Es casi imposible resumir el alma de las Sinsombrero en pocas palabras. Ni tan solo sería factible en un diccionario de bolsillo, puesto que se necesitaría una enciclopedia entera... Pero lo hemos logrado. A ver qué os parece nuestro acróstico:
Málaga: porque nació en Vélez
Autora: porque lo es
Revista: por sus colaboraciones imprescindibles con y en la revista de Occidente
Instituto: fue profe de insti: en el Cervantes -recibió su premio, en 1988, como primera mujer galardonada-, entre otros
Alma: por sus obras filosóficas hacia un saber del alma; hacia un saber sobre lo más profundo
Zubiri: profesor al que Zambrano sustituía y hacía de auxiliar
Ancla: en su sombrero
Madrid: ciudad que habitó
Bélmez: Bélmez de la Moraleda está en Jaén; allí pasaba las vacaciones con su abuelo y allí también se dio cuenta por primera vez de que su salud era delicada. La dieron por muerta, pero salió adelante
Razón: por su principal pensamiento filosófico, esto es, la razón poética
Antígona: su obra clave La tumba de Antígona
Nada: influencia de Nietzsche y Sartre, también filosofó en torno a la nada y el existencialismo
Ortega: por Ortega y Gasset, primer contacto estrecho con el pensamiento orteguiano
Si enlazamos a María Zambrano con su universo, aparecen mil galaxias hasta nuestros días. En el presente knolling nos hemos arriesgado y hemos seleccionado algunos elementos clave en lo que denominamos la metonimia Zambrano, una parte por su todo.
De nuevo, Antígona, en formato cuadro/postal, y en libro. Su obra clave, aunque no la única, que la vincula desde los inicios con Sófocles y su mitología. Una rosa, por las Sinsombrero y en su honor y el de ellas, el de todas las mujeres escritoras de la Generación del 27, y por el amor por lo divino y puro que profesó, acompañada de unas gafas, para ver mejor la vida y hacernos conocedoras de tal fin, y porque las necesitó para su vista cada vez más cansada, tras descubrir una óptica en la calle que lleva el nombre de la escritora en Zaragoza. Su inseparable y, a su vez, antagónica Simone de Beauvoir, rescatada como intelectual activista por el feminismo e impulsora de la razón estética, y ética, contrapunto perfecto de Zambrano. A las postales sobre las ciudades donde nació y estuvo, de manera voluntaria o forzada, por el exilio, entre ellas La Habana y Madrid, Ginebra, en este último caso, se suma una verdadera pasión por la música, la clave de sol por la lírica y el flamenco por su devoción por este estilo, recomendamos en este sentido el artículo Abandonarse a la entraña: La influencia del flamenco en María Zambrano, de la escritora Ana Silva, de El Salto diario. Y qué hubiera sido de Zambrano sin sus cartas, literatura de puño y letra en formato correspondencia; de la colección más importante, las que conserva con el novelista y dramaturgo francés Albert Camus.
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